Estaba escribiendo el próximo taller «Conectando conmigo» y a raíz de ahí me surgieron muchas preguntas.
Pero una en concreto se quedaba siempre revoloteando alrededor mía como una mariposa:
«¿Tiene que ocurrir algo grave para que valores y disfrutes más de tu vida?
Como no tenía respuesta, después de pensarlo mucho, decidí entrevistar a 3 mujeres que han pasado por distintos tipos de cáncer.
Les agradezco mucho compartir sus testimonios, porque sin duda alguna ayudaran a personas que estén pasando por esa situación, y al resto nos hace reflexionar.
Quien sabe si puede cambiar también algo dentro de ti…
Lo sabrás después de leerlo:
¿Qué crees que es fundamental para poder llevarlo lo mejor posible?
Creo que no hay un solo factor, sino la suma de varios de ellos. En mi caso particular, al margen de la familia y la fe en mi equipo medico, me ayudó mucho mi auto conocimiento. Aprender a entender que hay varias fases por las que hay que pasar. Sabiendo que algunas son muy duras, pero todas ellas pasajeras. No querer avanzar o evitarlas, simplemente vivirlas a mi ritmo. El ver como vas cerrando algunas de ellas, ayuda a ver que eres capaz de superarlas todas.
En mi caso fue fundamental que yo ya había hecho durante años, una reflexión profunda sobre el acto de enfermar, la opción de morirse, etc.
Ese camino yo ya lo tenía casi casi recorrido y aunque nunca se tiene entero hasta que se vive, pero sí que ya había mucho trabajo hecho, mucha introspección.
Para llevarlo lo mejor posible, hay que aceptar, que no somos distintos a otros, que todos enfermamos, que casi nunca nos viene bien enfermar, pero que es así, y que lo que importa es el balance de lo vivido y de lo que nos quede por vivir, la apuesta.
Creo que es bueno ponerse en todos los escenarios, asumirlos y liberar miedos, aunque
duela (duele mucho, pero es un proceso catártico y sanador en sí mismo).
Una vez que te pones en todos los escenarios, sientes que estas lista para ellos.
También creo que es bueno comunicar sin tabúes, hablar de la enfermedad sin eufemismos,hablar de la posibilidad de morirse.
En mi caso, en cuanto lo supe mandé un WhatsApp a todos mis contactos cercanos y próximos, donde informaba de qué me estaba pasando, les decía que los quería, etc.
El mensaje lo mande el mismo día de la biopsia, de viernes me palpe un nódulo, y el martes siguiente me estaban ya haciendo mamografía, eco y biopsia.
Allí fui acompañada de mi marido, al salir llame por teléfono a mi hermano. Después estuve un rato a solas en mi playa de felicidad asegurada.
Y desde allí, llame por teléfono a mi amiga de infancia y escribí este mensaje al resto de mis amigas próximas, como 10 o 20 personas.
En esa playa lloré un buen rato, escuché mi música preferida y pensé en mi
futuro, en el presente, en lo conseguido.
Sentí que había logrado todo lo propuesto, que había tenido buena vida, que el balance era cojonudo y que los grandes retos estaban conseguidos, así que, lo que tendría que ser sería, pero podía darme por satisfecha.
Sin que suene pretencioso, ese día me di cuenta, que me gustaba la persona en que me había convertido con los años y la vida.
Y que ya estaba, que, si la cosa acababa pronto, al menos me quedaba yo contenta con quien era, no hacía falta mucho mas ¿o sí?
Hablarlo desde el minuto cero fue tremendamente curativo, porque podíamos decirnos los miedos, los proyectos, lo mucho que nos queríamos, TODO.
Tardé algunos días, hasta Halloween en decirlo también a mis hijas, y esos días, 4 o 5
fueron duros, los peores del proceso
Cuando por fin se lo dijimos fue también liberador, porque todos, ellas incluidas, hicimos
EQUIPO
En mi caso personal, la actitud.
Siempre pensé que los doctores sabrían hacer muy bien su trabajo, pero también era necesario que yo enfocara mi atención en lo que yo podía hacer: deporte, comer bien (sin restricciones, que también le daba al cuerpo lo que pidiera), meditar, dibujar, compartir con la familia, etc.
También conté con ayuda de Psicooncología.
Pequeñas cosas que se integraban bien con mi tratamiento médico y, a su vez, me ayudaban a tener la cabeza lo más tranquila posible.
No digo que la actitud sea todo, está claro que hay gente que aunque tenga la mejor actitud termina teniendo complicaciones, pero si creo que ayuda a sobrellevarlo mejor.
¿Has cambiado en algo por haberlo vivido?
Pues todo lo que vivimos nos cambia, como me dijo mi hija pequeña, mamá, somos las cicatrices de lo que vivimos, y esta es otra cicatriz más”
Yo no me considero valiente, ni luchadora, ni vencedora…
Las enfermedades no se vencen, se tienen, se tratan, y a veces hay suerte y otras pues menos.
Yo he tenido suerte, mucha, el tipo de tumor pese a ser maligno era de los más
indolentes, el estadio afortunamente muy precoz (ventaja de tener tetas pequeñas y
haber palpado muchas) y me libré de muchos de los tratamientos.
Evidentemente, no podemos hablar de curación real
hasta pasados al menos 10 años.
La única verdad es que, todos nacemos con la
única certeza de morir, y mientras tanto, lo que tenemos es la responsabilidad de vivir, como mejor sepamos o podamos…
A mí me cambió mi cuerpo absolutamente, perdí parte de mi imagen corporal, una
importante, y me toco sustituir mis dos mamas por unas prótesis.
Aunque están fenomenal no dejan de ser algo distinto a lo que eras. Donde había pezón hay cicatrices y toda la esfera sexual también hay que recomponerla.
Quiero creer que aprendí a respetar mis límites y mi tiempo, a saber cuando parar antes de que sea el cuerpo el que me pare.
Lo estoy poniendo en práctica, el verdadero reto es mantenerlo cuando vuelva todo a la vorágine de la vida “normal”.
(* Las fotos que acompañan este artículo son del proceso de Nuria. Desde el día en que se tiene que «despedir» de su pelo, pasando por su 1er «cumple vida» y finalizando de la mejor manera aprendiendo a vivir en modo «slow».
Más en su instagram: Aquí y Aquí, donde cuenta cómo el bordado y el crochet fueron de gran ayuda en esos momentos. )
¿Qué fue lo que te daba más fuerzas a ti?
El apoyo incondicional de mi marido y ver como el tratamiento iba funcionando a pesar de los efectos secundarios.
Sin duda alguna MI GENTE, o yo diría más, LA GENTE. Porque nunca, nunca, ni en mis mejores sueños, pensé que tanta gente, tan distinta, me quería tanto… fue
absolutamente precioso y abrumador.
Recibí canciones, poemas, miles de regalos, llamadas, presencias continuas, de mucha mucha gente.
Siempre oí aquella de la gente escapa cuando la necesitas, en mi caso, no solo no escapo nadie, sino que mucha gente, llamó a la puerta ofreciendo cariño, amor, amistad, tiempo…
Y todas esas personas, me dieron calor, el mismo que según ellos yo fui dando en estos casi 50 años…
Pero yo hasta ese momento no fui consciente.
Creo también que el hecho de que yo hablase tan abiertamente, ayudó a esa gente a
ofrecer sin miedo, así que durante las semanas previas a la intervención y las
posteriores, todo eso nos permitió atesorar recuerdos preciosos.
Compartir con mi “burbuja”, hacíamos planes adaptados a mi situación pero que me daban sensación de normalidad pero también me daban fuerza para ir al siguiente paso…
Para llegar a ese punto vino bien la ayuda de psicólogo, entender y hacerles entender que aunque estuviera enferma necesitaba esos espacios de normalidad y compañía no enfocada en la enfermedad.
Mi sobrina de 7 años también fue fundamental.Compartimos muchísimo más tiempo juntas (ventajas de la baja)…Con ella siempre habían alegrías, aunque ella se preocupara de que “la tía se sintiera bien para jugar”.
Una vez que empezábamos a jugar estábamos solo a eso, nada más tenía importancia.
Cuéntanos alguna anécdota bonita durante el tratamiento que no olvidarás jamás.
Recuerdo que me dieron el alta después de operarme el domingo, y el lunes tenía
consulta con la enfermera de la unidad de mama.
Era mi primera visita, no las conocía, y allí iba, dolorida, con mis dos drenajes (uno en cada pecho), mis apósitos, el dolor físico y el emocional.
La enfermera, que era un ángel, me cuidó, me trató con exquisito cariño, me hizo
mirarme en el espejo en mi nueva imagen.
También me regaló un cojín, hecho y donado por otras mujeres con el mismo diagnóstico, cojín, que me ayudó mucho con las posturas y la convalecencia y que guardo como un tesoro.
Los viajes de mi hermano desde otra ciudad para estar conmigo (pandemia de por medio). Siempre me alegraba verle.
¿Qué mensaje le dirías a la gente para que fueran más conscientes a la hora de disfrutar de sus vidas?
Sobretodo vivir más despacio.
Suena a tópico, lo sé.
También sé que nadie escarmienta por cabeza ajena, pero realmente el estrés pasa factura tarde o temprano y es una pena actuar cuando es tarde porque hay cosas irreparables.
Que huyan de la queja vacía, que cuando algo no les guste piensen qué pueden hacer para cambiarlo, si pueden cambiarlo que se pongan a ello y, sino que pasen página, y relativicen.
Y que agradezcan.
Hay una frase que dice que cuando el agradecimiento entra por la puerta, la queja se va por la ventana…
Hay que agradecer lo que tenemos, lo que vivimos, lo que por suerte no nos
toca vivir…
Disfrutar de lo pequeño siempre, porque lo pequeño nos hace la vida
GRANDE
Perdemos tanto tiempo pasando en el mañana que perdemos perspectiva del ahora.
¿Nos dejas alguna reflexión para finalizar?
Tras sobrevivir a un cáncer no vuelves a ser la misma persona y eso conlleva perder algunas cosas.
En mi caso convivir con dolores y tomar tratamiento de mantenimiento de por vida (que no es poco).
Pero por otro lado y más importante, se ganan otras cosas no menos importantes y por las que hay que dar gracias.
Disfrutar de pequeños placeres que antes eran imperceptibles, ser consciente de las demandas de mi cuerpo y aprender a cuidarme, olvidando cualquier complejo absurdo y lo que para mí es más importante, estrechar más si cabe la relación con mi familia.
Hemos vivido mi cáncer con dos adolescentes en casa y la convivencia ha sido una verdadera maravilla. Y aunque podría seguir con la lista, creo que se puede entender que al final basta con cambiar el estilo de vida para ser más consciente de la suerte que tenemos de vivir cada día.
Te regalaré varias de Pau Dones, que fue antes del cáncer mi gurú y con el cáncer más aún (Fue de los primeros libros que leí recién operada):
• «A mí la vida me pone, tengo muchas y poderosas razones para seguir aquí».
• «La música fue mi aliada, mi compañera en el duelo y mi compañera de viaje».
• «Vivir el momento. Vivir. Y punto. Porque la vida es un regalazo».
• «Estar enfadado es una gran y estúpida pérdida de tiempo».
• «Esto de estar vivo es un chollo y lo de morirse una putada».
• «Estamos tan acostumbrados a que nos lata el corazón que no le damos mucha
importancia, pero cuando la cosa no está clara, entonces aprendes a valorar lo que
significa».
• «El cáncer me ha dado momentos gloriosos, de una clarividencia brutal, de
una emoción como nunca antes había sentido».(Me quedo con esta)
• Hay que aceptar la muerte como parte de la vida (y con esta, de hecho, esta
frase ya la usaba yo muchísimo antes de mi propio diagnóstico
Ummmm no me siento muy profunda… pero que bonito es vivir y que fácil olvidamos lo importante por estar a lo “urgente”.
(Me gusta mucho Vivir de Rozalen)
Tras haber hablado con ellas, me llevo una conclusión:
Pensamos que vamos a estar aquí para siempre. Perdemos mucha energía y tiempo en cosas absurdas.
Pero nadie puede convencerte que hagas esto o aquello para que puedas aprovechar y disfrutar más de tu vida.
Las personas cambiamos cuando nos damos cuenta de las consecuencias que tiene el no hacerlo…
PD. Si crees que hacer una pausa en mitad de las prisas de tu día a día para conectar contigo misma puede venirte bien, tengo algo que lo mismo te interesa:
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Reenvíaselo a esa amiga a quien sabes que le vendría bien.