Saltar al contenido
Portada » Blog » Por qué intentar complacer a todo el mundo no te deja ser tu misma

Por qué intentar complacer a todo el mundo no te deja ser tu misma

    La primera vez que fui a Londres me encantó, porque vi que ahí cada uno iba a su bola y nadie se fijaba en lo que hacía otro.

    «La vieja del visillo» no existía ahí, y eso era un alivio. Sentir que eres libre y que puedes ser tú. 

    Aunque no siempre tus circunstancias externas son así de ideales.

    Aun así, no permitas que la confianza en ti dependa de eso, porque si no ya le estás dando el poder a algo que no puedes controlar.

     

    Te confieso… Mira la web que hice al principio no tiene nada que ver con lo que ves ahora. 

    La de antes te hubiera gustado más porque le di más importancia a lo estético, y que llamará la atención. 

    Ya sabes, incluyendo esas fotos de personas sonriendo y saltando mega felices en el aire. 

    Los textos también eran otros, como con palabras «más técnicas». 

    Puede haber gente que incluso diga que parezco poco profesional si hablo tan coloquial.

    O que no debería de escribir los mails de la newsletter entretenidos, sino rigurosos.

    Y hasta que no use el humor para algo tan serio como la falta de autoestima y demás temas relacionados con el crecimiento personal. 

    Pese a esto lo cambié todo. Al verla aunque quedaba «muy bonita», no era el mensaje que quería transmitir.

    ¿Gane con ello o perdí?

    Te lo cuento, como siempre con una historia que lo mismo conoces, porque esta vez no es propia:

     

    Eran los años 50, y la gente utilizaba a los animales en aquella época para cargar mercancía y también como medio de transporte.

    Un hombre y su hijo iban con su burro de vuelta a casa cargado de compras hechas en el mercado.

    Por el camino se encontraron con un hombre de campo que les dijo:

    – Vaya, teniendo burro, ¿Por qué no vais subidos encima de él, en vez de ir andando?

     

    Así que el hombre pensó que tenía razón, puso al niño en el burro y siguieron su camino.

    Pero no transcurrieron ni 20 minutos, cuando pasaron al lado de otro grupo de gente:

    – ¡Anda! En vez de ir el padre subido en el burro, que es más mayor, va el hijo que podría ir andando y dejarle a él que seguro está más cansado.

    Así que de nuevo el hombre se dejó llevar por lo que decían los demás, le dijo a su hijo que bajara, y se subió él.

     

    Siguieron su camino, y al llegar al río donde había unas mujeres charlando, una le comentó a la otra:

    – Pudiendo ir los dos en el burro, no sé por qué hace que su hijo vaya andando…

    Una vez más, cambió de idea y le dijo a su hijo que también se subiera.

     

    Ya llegando al pueblo, a la altura del puente, había unos vecinos que se encontraban ahí y se quedaron mirando con cara de desaprobación…

    En esta ocasión exclamaron:

    -¿No le da vergüenza con todo el peso que ya lleva el pobre burro, montarse ellos dos?

     

    Ya el hombre desesperado ante todo lo que le habían dicho en el transcurso del viaje, por una vez se paró a pensar por sí mismo y esta fue a la conclusión que llegó:

    Es imposible complacer a toda la gente, por lo que a partir de ahora voy a hacer lo que yo crea conveniente, sin dejarme llevar por lo que opinen unos y otros…

     

    Así que, ¿Cómo ser una misma?

    Si te esperabas una receta mágica, no la hay.

    Déjate guiar por tu intuición, los valores que tienes y haz oídos sordos, porque a veces afuera hay demasiado ruido.

    La confianza en una misma empieza por cosas «tan simples» como esta.

     

    PD. ¿Alguna vez te has atrevido a ir contra corriente?

    Si es así ¿Qué piensas que hizo que fuera posible?

    Me encantaría leerte. Puedes escribirme si te apetece:

    Hola@confiandoenmi.com

    Si te ha gustado lo que has leído, en mi lista de suscripción hay más. 

    Si crees que a alguien le puede gustar éste artículo, sé buena amiga y compártelo: 

    error: Contenido protegido. Puedes compartirlo pero no copiar. Gracias