Si te digo París, ¿Qué imagen se te viene a la cabeza?
¿Torre Eiffel, Catedral de Notre Dame, croissants, El museo del Louvre, tortilla francesa, la película de Amelie, o los campos elíseos?
Espero que más de una persona haya elegido la 1ª opción (Torre Eiffel), porque te voy a hablar de un dato curioso, que lo mismo no conoces.
Una vez terminada con éxito, no faltó tiempo para que se viera envuelta en polémica. Fue ridiculizada por muchos artistas, y parisinos.
¿El motivo?
Según ellos, no era más que un amasijo de hierros, entre tanto glamour de la ciudad. Lo cual la desprestigiaba.
Incluso hicieron una protesta, donde opinaban cosas «bonitas» como estas:
«Pirámide alta y flaca de hierro», «esqueleto gigante falto de gracia», o «tubo de fábrica en construcción, un armazón que espera ser cubierto por ladrillos».
¿Sin embargo, sabes qué?
Las polémicas se terminaron ante el aluvión de más de 2 millones de personas que fueron a la exposición.
Y miles de turistas siguen yendo a París, y en especial, visitan lo que es hoy en día una de las señas de identidad de la ciudad.
Su arquitecto, Gustave Eiffel, respondió con estas palabras:
La torre tendrá su belleza propia.
Y de forma especial, la condición que he tenido en cuenta es que esté hecha con material fuerte, que impida que se derrumbe.
Cuando escuché esta curiosa historia, enseguida le busque la metáfora con las «luces» y «sombras» de nuestra persona.
– Lo mucho que te importan las opiniones que tiene de ti la gente.
– Intentar agradar a tu alrededor.
– Cómo a veces el exterior te puede afectar.
Pero si quieres impedir caerte como una baraja de naipes, y además poder ser tu misma:
Construir una base fuerte de autoestima te ayuda en eso.
Es el ejercicio número 4 que envío en el taller: «Conectando conmigo».
¿Crees que puede serte útil?
En ese caso te puedes apuntar pinchando en el enlace: Aquí